Acabo de leer un artículo sobre Antonio Aragoneses, un joven que en el festejo de una victoria de futbol se quedó tetrapléjico. Tenía 20 años y la silla de ruedas le cambió su vida.
Antes de continuar, por favor, lee el artículo.
¿Le cambió para mal o para bien?
Eso debería opinarlo Antonio, pero aparentemente no le ha ido mal. Entiendo que con mucho esfuerzo y sufrimiento pero ahora tiene la vida rehecha.
Es verdad, es una nueva vida, pero una vida plena.
Cuando tomamos (o nos hacen tomar) un camino, no sabemos que hubiera ocurrido con la opción no tomada, pero si podemos especular. La realidad es que muchas personas con una salud de hierro desearían tener esa ilusión y vitalidad.
Antonio aprovechó las ventajas de una situación desventajosa para generar su nuevo futuro. Todo ello asociado a su pasión por el futbol.
¿Qué ha cambiado antes y después?
Parece que:
- Dejó de jugar al futbol a ser un estudioso del futbol
- Dejó sus estudios de Telecomunicaciones.
- Su familia y amigos se volcaron en él.
- Finalmente estudió Educación Social además de cursos especializados de futbol.
- Se ha tenido que esforzar mucho para conseguir la movilidad e independencia que tiene.
- Eso no impide que necesite de otros para algunas actividades cotidianas.
En definitiva, ha sabido adaptarse a una profesión relacionada con su pasión y convertirse en alguien valorado en el mercado laboral.
Su accidente provocó tener menos opciones para algunas actividades, pero le permitió centrarse en otras, a las que le ha sacado mucho partido.
¿Qué consecuencias sacamos?
A cualquiera nos podría haber pasado. Una caída, un accidente, una enfermedad nos puede trastocar nuestra vida. Nos cambian las carta a mitad de partida. Por lo general, no lo llevamos bien al principio. Con el paso de los días y buenos profesionales nos damos cuenta de que tenemos que adaptarnos. Ver que podemos hacer con esas cartas y apostar fuerte por seguir jugando.
Hay gente como Antonio que son capaces de, con peores cartas, ganar el campeonato de pocker.
