La experiencia es una de las fuentes de aprendizaje más potentes. También podemos leer un libro o asistir a una conferencia, pero al vivir una situación entran en juego muchos más elementos como las emociones.
Lo cierto es que no siempre aprendemos de la experiencia, pues, a veces, caemos en los mismos errores una y otra vez. En cualquier caso, si dos personas viven una misma experiencia no significa que aprendan lo mismo. Depende de cómo hemos vivido individualmente esa experiencia y de su interpretación posterior.
Proceso estructurado
Por todos estos motivos, si bien la experiencia es una gran fuente de aprendizaje, no significa que siempre sea productiva. Si queremos sacarle mayor partido, deberás estructurar el proceso de aprendizaje o seguir un método. Muchas veces lo hacemos de manera informal, pero desde Emprendimiento Vital recomendamos estructurarlo.
¿Se puede utilizar un método para aprender de la experiencia?
Si y seguro que le sacarás muchos réditos. Lo importante es seguir los pasos adecuados, en los tiempos adecuados y en el orden indicado.
¿Qué pasos hay que seguir?
Observa
Observa que ha pasado. Busca distintos puntos de vista, recoge información de otros. Deja tiempo para que las ideas se asienten.
Analiza
Trabaja la información recogida, organízala, analízala y compréndela. Tienes que saber, al final, que ha ocurrido, los elementos clave y sus relaciones.
Decide
Qué indicadores atender para reconocer de nuevo esta situación, qué tendría que hacer, qué tendría que evitar para repetirla, qué tendría que mantener.
Actúa
Genera un plan de acción en el que venga marcado los pasos a seguir si vuelve a ocurrir y cómo evaluar que tiene que pasar en cada fase. Si esto no es así, tendremos que revisar el plan.
Si queremos asegurar que tener buenos aprendizajes de la experiencia lo mejor es seguir un método. A veces, cuando no lo hacemos, cometemos errores que hacen que estos sean desadaptativos.
¿Qué errores comunes se suelen cometer?
- Observa. No nos preocupamos demasiado en recopilar información y nos quedamos con solo parte del fenómeno y, muchas veces, subjetiva según el estado de ánimo de la situación. Forzase a recopilar más información y de fuentes distintas nos ayudará a entender mejor la situación que hemos vivido.
- Analiza. Si la información recogida no es completa, tenemos un problema. Si no la analizamos con tranquilidad o nos quedamos con el análisis superficial o o de otros, tenemos otro problema. Aquí deberemos comprender la situación, las variables que le afectan y la relación entre las mismas. No siempre es fácil encontrar toda la información y además, requiere reposarla para tener una visión más objetiva.
- Decide. Con las ideas claras toca tomar decisiones para el futuro. Si comprendemos la situación pero no hacemos nada distinto, nos volverá a pasar lo mismo. Es decir, no aprenderemos de la experiencia. Una primera idea es buscar indicadores para reconocer que se repite la experiencia. Si no se atienden repetirás la experiencia. Y nos toca decidir qué mantener en nuestro comportamiento y qué evitar de lo hecho anteriormente. Esto implica qué deberás definir nuevos comportamientos que los sustituyan. Si lo tienes claro antes de que suceda la tendencia es a repetir la experiencia anterior.
- Actúa. No solo hay que saber qué hacer, sino hacerlo. Para facilitarlos, podemos generarnos un plan de acción que no es otra cosa que definir qué hay que hacer, cuando y quién debe hacerlo. Bueno, se puede complicar todo lo que queramos. También incluye un seguimiento del cumplimiento del mismo y una evaluación de las acciones para comprobar que vamos consiguiendo lo que nos proponemos.
Todo este proceso parece muy engorroso, pero en muchos casos se puede hacer en poco tiempo. No hace falta generar un manual ni escribirlo. Con seguir los pasos tienes suficiente.
¿Conoces algún caso de personas que a lo largo de la vida repiten una y otra vez las mismas experiencias?
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