¿Existe la suerte?

Estamos acostumbrados a decir: ¡Qué mala suerte he tenido! o ¡Qué buena suerte he tenido! Incluso ¡Soy gafe! o, por ejemplo: ¡Isabel Pantoja es gafe! Decir que alguien es gafe, equivale a decir que esa persona atrae la mala suerte. Pero, ¿existe la mala suerte?

¿Qué es la suerte?

Partimos de una definición de suerte del Oxford Languages:

Causa o fuerza que, supuestamente, determina que los hechos y circunstancias imprevisibles, o no intencionados, se desarrollen de una manera o de otra.

Por tanto, tener suerte implica tres elementos: una situación imprevisible; unos resultados favorables y una fuerza o causa externa que lo provoca. Veamos uno a uno estos elementos:

  • Situación imprevisible. Es una situación que no conocemos completamente, es decir, en la que no tenemos detectadas todas las variables y/o relaciones posibles (conocimiento incompleto de la situación). Imagina que vas a encender una linterna que se ha quedado sin pilas. Sería mala suerte si la literna hubiera estado funcionando a la perfección hasta ese momento y no tuvieras pilas de repuesto, pero si la linterna tiene un indicador que te avisa de su nivel de carga y tuvieras pilas de repuesto al lado, no habría mala suerte. Por tanto, en aquellas situaciones en las que conocemos plenamente cómo funcionan todas las variables, las cosas simplemente suceden. La suerte no existe. En muchos de los problemas que nos encontramos, no conocemos completamente el fenómeno y por eso el resultado está influido por el azar, es decir, por lo que desconocemos.
  • Valoración de los resultados o consecuencias. Este es un elemento valorativo, subjetivo o interpretativo. Según cómo seas de exigente con las consecuencias, tendrás mejor o peor suerte. Si solo tienes suerte cuando se consiguen todos los objetivos que esperabas, tenderás a tener mala suerte, ya que te valen pocas situaciones. Si además de los resultados, eres capaz de ver nuevas oportunidades de la nueva situación, tendrás más posibilidades de pensar en la buena suerte. Imagina que se estropea tu coche y tienes que llevarlo al taller. Eso es mala suerte. Si eso a su vez te permite ir andando a los sitios mientras reparan tu coche y encontrar el momento que nunca tenías para caminar, podrías interpretar este hecho como buena suerte.
  • Fuerza externa que lo provoca. Si los resultados se deben a que he dedicado mucho esfuerzo para que eso ocurra, entonces no es suerte. Si eso ha ocurrido porque no he hecho nada para que ocurra, tampoco. El elemento externo, o fuerza, tiene relación, por tanto, con un pensamiento mágico o por la fuerza del desconocimiento. El poder de un amuleto, una promesa o fuerzas ocultas (la mano negra de Estela Reinolds en La que se avecina), pueden ser una justificación. En cualquier caso, el control de esa fuerza no está bajo nuestro control, como los «grandes medium» que pueden cambiar nuestro destino.

¿Qué ocurre con los que tienen mala suerte?

Siguiendo con el esquema anterior, puede que esas personas que se consideran «gafes» no comprendan bien la situación y tengan unas expectativas más altas de las que en realidad deberían tener. También puede suceder que sean excesivamente exigentes con los resultados. Si algo no es perfecto, he tenido mala suerte. Incluso podría ocurrir que no sean capaces de ver las nuevas posibilidades que se les presentan. Por último, si piensas que algo no te va a salir bien, no pondrás todo el empeño en ello. Si soy gafe, algo me saldrá mal, para que esforzarme.

¿La mala suerte no existe?

En realidad sí y la buena suerte también. Y eso puede ser un dato objetivo. Como decíamos, si conocemos todas las variables que influyen en un fenómeno y sus relaciones, no hay espacio para la suerte. La realidad es que esa certeza completa ocurre en pocas situaciones. Cuando se habla de márgenes de seguridad, se habla de la probabilidad de que suceda un imprevisto. En ingeniería civil, esta posibilidad suele ser muy baja. En cambio, en Formula 1, donde se busca la eficiencia máxima de los materiales, se puede romper un tornillo porque se le ha reducido el peso.

Muchas situaciones estudiadas tienen estimada una probabilidad de que suceda alguna complicación/cambio imprevisto. Por ejemplo, si te vas a operar de apendicitis te dicen, respecto a operaciones ya realizadas, cuál es la probabilidad de que tu operación salga bien. En psicología clínica, cuando inicias algún tipo de terapia, te cuentan qué porcentaje de personas mejoran con dicha terapia. Y así podríamos poner un largo listado de ejemplos.

En otros casos, no nos hacen falta datos científicos. Si voy caminando por un paseo plano, bien pavimentado y sin muchos paseantes tendré menos riesgo de caerme que si me pongo a escalar una montaña sin la equipación adecuada y sin los conocimientos necesarios.

Consideramos que la mala suerte sucede cuando nos ocurre algo negativo que era poco probable que ocurriera. Igualmente consideramos mala suerte, cuando no nos ocurre algo positivo que era muy probable que ocurriera.

Por contraposición, la buena suerte se daría cuando ocurre algo positivo que era poco probable, o cuando no ocurre algo negativo que era muy probable.

Si ocurre algo esperado, no es buena ni mala suerte: es lo normal.

¿Existen los gafes?

Como tales no, pero sí que puede haber personas que, por alguna causa, favorezcan que las cosas buenas no ocurran. Si le metemos negatividad a la situación y no hacemos lo que tenemos que hacer para que las cosas positivas ocurran se puede llamar «ser gafe». Lo mismo sucedería con un análisis erróneo de las situaciones y de las consecuencias que se derivan de dichas situaciones.

¿Y los «suertudos»?

Técnicamente… bueno lo dejamos a tu valoración a partir de este vídeo.

 Hay muchos vídeos de internet de personas que se salvan de un accidente de una forma milagrosa. Bien, eso puede definirse como «ser suertudo». Sí, es posible.

¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra suerte en la vida?

Siguiendo el hilo de la entrada, tenemos algunas fórmulas que podemos utilizar:

  1. Conoce bien el fenómeno. Si conoces las variables implicadas y sus relaciones, tendrás más posibilidades de actuar como debes para conseguir tus objetivos.
  2. Valora adecuadamente los resultados. Conseguir un resultado al 80% no es perfecto, pero puede ser un buen resultado. Y aún más si conoces la posibilidad de resultados adversos. 
  3. Analiza nuevas posibilidades con los resultados. Un nuevo resultado es un nuevo escenario llenos de posibilidades. Bien utilizadas pueden ser tan positivo como el resultado que querías. A veces resultados inesperados también pueden acabar siendo una buena noticia. Utiliza la creatividad para sacar el lado positivo.
  4. Haz para que eso ocurra. Esfuérzate en conseguir lo que buscas, si lo intentas al 100% e insistes, es más fácil tener buena suerte que si no lo haces.

Un buen consejo es seguir esta máxima. Si quieres que algo pase pídeselo a quien quieras, pero ponte a trabajar para conseguirlo.

A Dios rogando y con el mazo dando

Resumen

  1. La suerte es una consecuencia de desconocer al completo un fenómeno.
  2. No es posible conocer todas las variables y sus relaciones de todos los fenómenos, por tanto, hay situaciones en las que influye la suerte.
  3. La suerte es un concepto interpretativo. Una misma situación dos personas pueden interpretarla como buena o mala suerte. Ayuda no tener una visión extrema de blancos y negros.
  4. Las situaciones resultantes no esperadas pueden abrir un nuevo abanico de posibilidades, por lo que, con un nuevo análisis, nos presenta una situación llena de oportunidades.
  5. Está en tu mano mejorar tu probabilidad de suerte si te esfuerzas en conseguir tu objetivo.
  6. Los gafes no existen, pero si los que ponen palos en las ruedas, los que no se esfuerzan o los que no tienen suerte si no consiguen completamente el objetivo.
  7. Hay situaciones muy poco probables que ocurren y otras muy probables que no ocurren. Técnicamente pueden pasar, pero cuando pasan pueden denominarse buena o mala suerte.
  8. La suerte no es controlable, pero si las acciones para aumentar la probabilidad de que algo ocurra. Céntrate en ellas.
  9. El resultado no es la variable más importante, sino tu actividad previa. Si evitas al máximo el riesgo pero al final tienes el accidente no has obrado mal, es que no todo el riesgo es controlable.
  10. En sentido contrario, si asumes muchos riesgos y la consecuencia es positiva no es una buena decisión, simplemente has tenido suerte. Esa pequeña probabilidad de que ocurra, en esta ocasion ha pasado.

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2 comentarios

  1. Chon

    Y si no, serendipia, no Luis?

    1. Luis Valledor Ajenjo

      Una opción maravillosa en la vida es, cuando no tienes nada que perder, no tener nada que buscar. Dejarse llevar sin un plan concreto, por lo que te inspira la vida. Puede ser al terminar la carrera, hay gente que se va al extranjero a aprender un idioma, trabajando para ganarse la vida pero con el noble objetivo de experimientar. Ocurre también por ejemplo cuando te hartas de un trabajo o te divorcias. Nos vale también en las crisis de los 30, 40, 50 o infinito. Vivir experiencias sin esperar más que sus vivencias.

      No hay ni mala ni buena suerte, porque no esperas nada y acaba siendo fuente de inspiración. Esto sería un método de provocar la serendipia.

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