El principio de Pareto es muy conocido, pero poco explotado. Como resumen explica que el 80% de las situaciones viene explicada por el 20% de las causas.
Eso en un coche, por ejemplo, implica que el 80% de las averías viene del 20% de las piezas. No todas las piezas producen averías, sino que tienden a ser las mismas.
Dependiendo de que hablemos ese porcentaje puede variar, pero es un buen recurso visual.
Implicaciones
Si buscas la perfección, necesitas ser exhaustivo y conseguir controlar el 100% de las causas que generan los problemas. En cambio y quieres un buen resultado, controlando un porcentaje bajo de causas (20% aprox.) obtienes muy buenos resultados.
Si hablamos de los procesos de calidad total, no significa no tener incidencias de calidad al 100%, sino que se permite un nivel bajo de errores.
Por ejemplo, una fábrica de clavos permite que haya 1/1000 clavos defetuosos. Se asume que haya algún fallo.
En la evaluación de un examen teórico de conducir te permiten 3 fallos en el examen. No es perfecto pero para conducir, en principio es suficiente.
Si hablásemos de una persona que conduzca camiones de mercancías peligrosas, probablemente el nivel de exigencia será mayor.
Funciona también con la simplificación
Los sistemas y procesos simples son mucho más eficientes que los complejos. En muchos casos implican dejar de atender a lo posible pero poco probable. Esta simplificación hace que sea muy fácil de implantar, más rápido de ejecutar y mucho más barato. En definitiva, más eficiente.
Cuando implantamos sistemas complejos se obtiene un resultado de mayor calidad pero es más difícil hacerlo bien.
Es muy fácil que un sistema sencillo funcione bien y que un sistema complejo funcione mal.
Y lo más importante, la mayor parte de las personas no somos capaces de valorar el 20% de mejora que implica un 80% de los recursos.
Piensa en un buen vino (80%), respecto a uno de calidad excelente (99%).
- ¿Eres capaz de distinguirlo?
- ¿Pagarías un 80% más por él?
En muchos casos, sorprendentemente, se prefiere el 80% al 100%, aunque en otros, nos vamos a lo mejor que hay.
Ejemplo de cocina
Vamos a poner dos ejemplos de cocineros mediaticos ofrecen dos tipos de cocina de calidad pero con planteamientos distintos.
Fundador de la Nueva cocina vasca, ha sido poseedor de una estrella Michelín. Esto implica que sabe cocinar muy bien. Pero también hace programas de televisión con el objetivo de que cualquiera, con ingredientes normales, sea capaz de cocinar rico.
Estoy convencido que si comieras los platos que prepara Arguiñano, estarías sano y disfrutarías mucho de la comida.
Con ingredientes normales, utensilios normales, técnicas fáciles consigue su objetivo. Este sería un claro exponente del 80/20. Paradigma del bueno, bonito y barato.
Cocinero con 3 estrellas Michelín que también demuestra su valía. Además, participa en programas de televisión y en redes sociales cocinando platos muy creativos.
Por lo general, son platos con muchos ingredientes y procesos, combinando elementos de distintas culturas y haciendo que todos ellos se noten en el plato y aporten al conjunto mejoras hasta hacerlo «perfecto».
En este caso Dabid Muñoz busca la calidad a través de la complejidad, siendo el asombro de muchas personas expertas.
El 80/20 no le sirve y va al 100/100
Si tuvieras que montar un restaurante, es más probable que tuviera más éxito el de Arguiñano que el de Muñoz.
¿Por qué?
Al tener procesos sencillos es fácil encontrar cocineros y proveedores que den la calidad suficiente, así como mantener los costes contenidos.
Asegurar que se hace bien es más fácil y los clientes tienen el objetivo de comer bien, no comer lo «puto mejor que he probado en mi vida».
Realizando procesos complejos es relativamente fácil que salgan mal o no complan con lo esperado.
Algunos lo consiguen pero la mayoría se quedan por el camino.
Ejemplo con la música
El 26 de diciembre asistí en Toledo al concierto de Navidad «El Mesías» de Haendel.
Estoy acostumbrado a asistir a conciertos de Pop, de Rock y de Blues y en escasas ocasiones a conciertos de música clásica. Por lo general, son unos 4-5 músicos, entre ellos un cantante y de vez en cuando, algunos tienen coros de 2-3 personas. Me lo paso muy bien y disfruto de la música. Si, además me se la letra, noche completa.
Esos conciertos de pop se podrían enmarcar en el 80/20.
Ahora bien, en «El Mesías» había unas 80 personas interpretando. Se repartían en:
- 50 personas de coro.
- 25 músicos.
- 4 cantantes principales.
- 1 director.
Fue 1:30 horas brutales, de música de máxima calidad, donde grandes profesionales aportaban su arte para conseguir un resultado excepcional. Volví encantado de la experiencia que creo que no se me olvidará.
La complejidad de su ejecución requiere una gran dirección y muchas horas de aprendizaje para que 80 personas actúen a la vez sin fallos.
Estos buscan el 100/100.
Habían conseguido que los que estábamos presentes sintieramos el WOW.
De nuevo el 80/20
Podemos comparar el grupo de pop con la orquesta de clásica y muchos se quedarán con el pop. Esto hace que quede en evidencia la búsqueda de la perfección. A priori, parece ventajista comparar estilos diferentes. Es comparar peras con manzanas.
En cualquier caso, merece una reflexión.
Un segundo dato es la procedencia de los músicos del concierto de clásica. Antes de continuar, aseguro que volví maravillado. Muchos son profesores de conservatorio y, en cualquier caso, ninguno es cabeza de cartel en las grandes óperas o orquestas. Son profesionales, con miles de horas de ensayo y que hacen su trabajo con calidad.
Una vez más, están dentro del 80/20.
Yo no soy melómano ni se de música clásica y para mi, fue una experiencia brutal.
Seguramente me falta criterio para distinguir la diferencia de calidad que entiendo que llevará al 100/100.
¿Qué hay que hacer para pasar del 80/20 al 100/100?
De momento, invertir un 80% más de esfuerzo y recursos, subir los criterios para aceptar como buena una solución. Esto implica cambios de procesos, de materiales, de instalaciones… Implica, por tanto, un cambio radical. No son cambios cuantitativos, sino cualitativos.
Este es un ejemplo de por qué muchas empresas al intentar dar más calidad, realmente dan menos. Retuercen los procesos antiguos cuando se requiere nuevas formas de hacer las cosas.
Resumiendo
En la mayor parte de las ocasiones el método más eficiente es el 80/20. Necesitamos buena calidad, no la mejor calidad.
Para algunas ocasiones necesitamos la máxima calidad y hablamos del 100/100. Esto implica aumentar un 80% el esfuerzo para conseguir un 20% de mejora. Por supuesto eso se ve reflejado en el coste.
Rafa Nadal, un mal ejemplo a seguir | Emprendimiento Vital
[…] Los resultados de Rafa Nadal son dignos de elogio, un gran deportista con resultados extraordinarios. Es un ejemplo de 100/100 del que hablábamos en la entrada: Principio del Pareto 80/20. […]